Conoce la historia y tradición de la Real Fábrica de Tapices de Madrid

En España, con el comienzo del siglo XVIII, se instaura una nueva familia real: los Borbones. El primer rey, Felipe V, tiene como origen al Rey Sol de Francia, en cuya majestuosa corte pasó sus primeros años. Al llegar al país, encuentra un escenario muy distinto al de su lugar de origen. España se hallaba sumida en la pobreza y la austeridad, resultado de los reinados previos de la Dinastía de los Austria. En esta situación, Felipe se propone mejorar la economía del país y, entre sus iniciativas, se encuentran proyectos de embellecimiento y opulencia, como la manufactura de porcelanas del Retiro, vidrios de San Ildefonso y tapices de Madrid. Estos últimos, aún en existencia, han acumulado 300 años de experiencia en la producción y restauración de alfombras, tapices y reposteros.

El Tesoro Nacional de la Industria Textil

Felipe V tuvo la iniciativa de fortalecer la economía nacional durante el siglo XVIII mediante la implementación de una política de fomento de la industria. Sin embargo, se enfrentó al problema de no poder satisfacer la demanda existente para decorar los Sitios Reales. Ante esta situación, se tomó la decisión de fundar una fábrica de tapices en 1719, contratando al tejedor flamenco Jacobo Vandergoten.

La ubicación de la Fábrica elegida fue un edificio cercano al Portillo de Santa Bárbara, también conocido como Casa del Abreviador, en las afueras de la ciudad. Allí permanecería hasta 1882, cuando Alfonso XII aprobó su demolición. Sin embargo, la Real Fábrica de... continuó su legado en otro lugar.

Telares de la historia la auténtica fábrica de tapices

Durante los meses de invierno, cuando la temperatura desciende y el aire helado envuelve las calles, ¿qué crees que es más importante para ti: tener una casa bien decorada o acogedora? En realidad, ambas funciones, la estética y la practicidad, son vitales para sentir un verdadero hogar, y desde hace siglos, ambas han sido cubiertas por un mismo sistema: los tapices.

En la Edad Media, el objetivo principal de los tapices era puramente térmico. No tenían ninguna función decorativa y, a menudo, consistían simplemente en gruesos paños de lana que se colgaban de las paredes. Junto con el fuego de las chimeneas, estos tapices ayudaban a combatir el frío y la humedad en las amplias estancias de los castillos y palacios.

Sin embargo, a partir del siglo XV, la aparición de nuevos sistemas de calefacción permitió que las casas nobles brindaran el máximo confort a sus habitantes. Esto era especialmente importante para combatir los inviernos rigurosos y gélidos de esa época.

Así, continúan siendo un elemento esencial en la creación de hogares confortables y acogedores en la actualidad.

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La Real Fábrica sufrió una evolución en diferentes etapas, que reflejan la historia de España y cómo los eventos históricos afectaron a la economía del país. Su vínculo con la Corona fue siempre crucial desde el comienzo, ya que un Intendente Real se encargaba de los asuntos económicos y los pintores de la Real Cámara dirigían la parte artística, suministrando modelos.

La relación entre ambas instituciones fue establecida a través del sistema de contratas o asientos, donde se detallaban las obligaciones de cada parte. La primera tuvo lugar en 1720, año de la fundación de la Real Fábrica, la segunda en 1744, cuando se unieron las Fábricas de Santa Bárbara y Santa Isabel, pasando a llamarse Real Fábrica de Tapices. En esta etapa, se estableció la obligación de enseñar dibujo y el arte de tejer tapices y alfombras a jóvenes españoles interesados. En 1750 se formalizó la tercera contrata, en la que la Fábrica tomó la responsabilidad de la conservación y restauración de todos los productos.

A lo largo de los siglos XIX y XX, las Casas Reales encargaron cada vez menos productos a la Real Fábrica, mientras que las nuevas clases acomodadas aumentaron los encargos. También se produjo un cambio en la producción, ya que las alfombras ganaron protagonismo en detrimento de los tapices y reposteros, que pasaron de moda. Durante la República, la Real Fábrica se enfrentó a una crisis ya que quedó sin el apoyo de la Corona. Sin embargo, logró sobrevivir gracias al respaldo de figuras como Azaña e Indalecio Prieto, pasando a llamarse Manufactura Nacional de Tapices y Alfombras.

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Desde el siglo XV, España ha sido una de las principales consumidoras de lujosos productos como tapices y alfombras, albergando un gran número de estas antiguas obras en manos de la Administración y la Iglesia. Con el paso del tiempo y la falta de un adecuado mantenimiento, surge la necesidad de preservar estos bienes tan vulnerables y complejos a través de actividades de limpieza, reintegración y consolidación. La Real Fábrica, desde sus inicios, se ha dedicado a esta importante labor.

Los tapices tienen una función práctica, como su transporte constante y la necesidad de ser segmentados y ensamblados según las ocasiones lo requieran. Esto, unido al maltrato de los usuarios, ha creado la necesidad de contar con expertos en su restauración y conservación para su uso en el futuro. El maestro "retupidor" y el Tapicero Real, junto con un oficial y dos aprendices, son los encargados de esta tarea. Pero esta labor no es nueva, ya que desde el siglo XVI existen instalaciones específicas en palacio, como la Furriera, para realizar estas tareas y llevar un registro de los tapices.

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La Fábrica a lo largo de los siglos: un tesoro histórico y gráfico

La producción de la Fábrica durante trescientos años ha dado lugar a la formación de un Archivo único, que recoge importantes fondos históricos y gráficos, como bocetos y cartones. Actualmente, estos están siendo informatizados y digitalizados, convirtiéndose en una valiosa unidad.

En cuanto a la documentación histórica, se contabilizan alrededor de 520 legajos, 2.000 expedientes y 200 libros de cuentas, que están siendo procesados digitalmente. Estos contienen una amplia variedad de material, incluyendo correspondencia, reales órdenes, contratos, albaranes y facturas de diversos proveedores, que reflejan tanto la gestión privada de los directores de la Fábrica, como la sociedad y la ciudad de Madrid en la época. Además, brindan información sobre la creación de los tapices.

Por otro lado, el Archivo gráfico alberga más de 2.500 diseños para la elaboración de alfombras, tapices y reposteros, los cuales se encuentran registrados en un inventario en formato digital. No obstante, los cartones originales se hallan en museos como El Prado o el Municipal de Madrid, así como en diversos Palacios Reales. La mayoría de los cartones que posee actualmente la Real Fábrica son reproducciones en acuarela o aguada sobre papel o cartón, elaboradas por los dibujantes que han trabajado en la Fábrica a lo largo del tiempo, tales como Francisco Javier Amérigo, Faustino Álvarez Quintana, Aurelio Sánchez López y Ricardo Sánchez Pardo. Estas reproducciones datan desde el siglo XII hasta el XX, siendo algunos los más antiguos...

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